Varias cosas tendrían que decidirse a nuestro favor.
En el mejor escenario que los científicos pueden imaginar suceden varias cosas: la Tierra resulta ser menos sensible a los gases de efecto invernadero de lo que se cree actualmente; las plantas y animales logran adaptarse a los cambios que ya son inevitables; la sociedad desarrolla una voluntad política mucho mayor para tener las emisiones bajo control; y se dan avances tecnológicos que ayudan a la sociedad tanto a limitar las emisiones como a ajustarse al cambio climático.
Las dos variables en las que pueden influir los humanos no son completamente independientes, por supuesto: los avances tecnológicos que podrían bajarle el costo a la energía no contaminante también harían más fácil desarrollar la voluntad política para tomar acciones rápidas.
Pero los científicos dicen que, desafortunadamente, las probabilidades de que todas estas cosas se decidan a nuestro favor no son muy altas. La Tierra podría fácilmente resultar más sensible a los gases de efecto invernadero. El calentamiento global ya está causando caos en algunas partes de la naturaleza y eso parece que empeorará, no mejorará. Así que, para los expertos, simplemente apostarle a un escenario de color de rosa sin tener un verdadero plan sería peligroso. Según ellos, la única manera de reducir los riesgos es reducir las emisiones
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