Tiene que ver con su ideología.
La mayoría de los ataques a la ciencia climática provienen de libertarios y otros conservadores, a quienes no les gustan las políticas públicas que se han propuesto para combatir el calentamiento global. En lugar de negociar estas políticas y tratar de llevarlas hacia los principios del mercado libre, han optado por bloquearlas tratando de quitarle legitimidad a la ciencia que las sustenta.
Esta posición ideológica ha sido apoyada por el dinero de las compañías de combustibles fósiles, quienes han pagado para crear organizaciones, financiar conferencias y demás. Los argumentos científicos de estos grupos usualmente se basan en seleccionar datos a capricho, tales como enfocarse en anomalías a corto plazo en los registros de temperatura o en los hielos marinos, y también suelen ignorar las tendencias a largo plazo.
La versión más extrema de negación es el alegato de que los científicos están involucrados en una estafa mundial para engañar al público para que el gobierno pueda tener mayor control sobre las vidas de los ciudadanos.
Sin embargo, a medida que los argumentos empiezan a presentar más fallas, muchas compañías de carbón y de petróleo se han distanciado públicamente de las posturas de negación, pero algunas siguen ayudando a financiar las campañas de los políticos afines a estas opiniones.
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